Llamar a la empatía
Llamar a la empatía, en una pausa prolongada, en un frenon forzado. Detuvimos el impulso e impulsamos el discurso; detente, quieto… lo importante es lo inminente y no precisamente lo que vuela por tu mente.
Llamar a la empatía, como un desesperado grito de auxilio, de la vorágine, de lo acelerado, del ruido, de nosotros mismos.
Llamar a la empatía en un estado de reconocimiento de amor, de los fundamentos básicos que en teoría rigen a la mayoría.
Empatizemos pues, reconociendo nuestra vulnerabilidad, empatizar desde nuestra debilidad. Hermanemos, ayudemos, solidaricemos; seamos hermanos de los tiempos, vencedores de los retos. Humanos, conscientes, cercanos. Ya no más maquinas del tiempo acelerado.
Llamemos a la empatía, a ser discurso, no entropía, a ser canal, diálogo… armonía. Llamar a la empatía, silenciar, escuchar y aprender a estrechar; nuestras manos, sentidos y discursos en abrazos más constructivos, en lazos, en puentes, oportunidades, referentes, en verdaderas vertientes de interés por los demás…
signos que nos vuelvan a humanizar.
al Covid, o el pretexto de éste
Andrés Mesa abr20