Somos los pedazos…

Somos los pedazos del amor que nos brindamos. Somos carne, hueso, emociones y convicciones. Somos cíclicos, somos momentáneos y somos espontáneos. Somos esa masa, extraña materia, que define a la belleza y confunde o enaltece a la nobleza.

Somos los pedazos del recuerdo, los dichos del pasado, los abrazos, apapachos y querencias del retrato. Somos los pedazos del ayer; retazos, piezas y retablos. Somos emociones, somos convicciones, somos… pedazos del amor que alguna vez nos brindamos. 

Somos en pasado y en presente, lo de ayer y lo de hoy. No nos define nuestro pasado, pero si nos construye. Las personas del ayer, los momentos, los espacios; constituyen los granos de la arena de nuestra playa. Y el amor, como el oleaje: los cicla, los refresca, los conserva, los aleja y en veces, los regresa. 


Somos la dialéctica pasada, la torpeza de los sentimientos, los momentos y los encuentros. Somos hoy y siempre, los pedazos del amor que nos brindamos… nos construimos y constituimos de lo bueno, de lo mejor de las personas. Algunas vienen, algunas van, algunas quedan y otras regresaran pero en nuestra interacción, en la más importante de amar; son sus pedazos los que nos pudieron unificar. 


De los más abstractos, de los más fugaces, de los más mordaces y de los de siempre, de todos… somos sus pedazos. 


Somos los pedazos del amor que nos brindamos… en la interacción sincera y honesta del acto, construimos nuestra más transparente estructura para brindar nuestros pedazos y construir en comunión: esculturas humanas, espacios, recuerdos, momentos, pedazos y más pedazos.



Andrés Mesa Z. Ago19

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