A veces me recuerdo.
A veces me recuerdo, el de antes, el de ayer. El de los dientes nuevos, el de los sueños sin caer.
A veces me recuerdo en un pensamiento lejano, en una percepción rara de antaño: El tamaño de un cuarto, la altura de una mesa, el olor de una casa, el zapatero, la alfombra o una vieja taza.
A veces, me recuerdo a la mitad de la sensación de la luz opaca y el día frío como anuncios de la víspera navideña, olor a regalo, vino, canastas y primos.
A veces me recuerdo, en un juego burdo, de un disfraz absurdo; un gánster, en pijama, un sombrero, un señor quesque italiano. A veces, ese recuerdo, también trae a un hermano.
A veces me recuerdo más paciente que hoy. Menos acelerado, más asombrado, más preciso y más consciente, pendiente de lo hechizo.
Me recuerdo, a veces, con una ambición diferente, más goloso por lo inalcanzable y más preciso con lo deseable. Me recuerdo entonces, ávido de aprendizaje, curioso, dichoso, entrañable y quisiera pensar mucho menos amable.
A veces me recuerdo, en un instante, una visión del mundo distante, distinta, afable, perdurable. En el recuerdo, que a veces viene, suspiro rezos hechos antes, donde las preocupaciones y ambiciones fueron otras, eran otras y surgimos, seguimos adelante.
A veces me recuerdo, el de antes, me reflejo, me completo y me vuelvo pa’delante. Para agarrar el vuelo, para vencer los miedos, para mirar en verbos los pesos de los pasos que hemos recorrido los andantes, para sonreír, para valorar, para recordar que antes fuimos ya; seres complejos, almas penantes, pero principalmente… amantes de nuestros tiempos, circunstancias y seres circundantes.
Andrés Mesa Z.
Nov 18