Contar mis sueños
En plan cuantificable y en noción de irrevocable.
En apertura transparente de evidenciar lo irreverente y señalar lo mágico de imaginar,
de ilusionar con algo alcanzar.
Como manifiesto de liberación y como gasolina del motor.
Hoy quisiera, contar mis sueños. Navegar verbalmente por el mar elucubrado de la salvación.
Sortear conjugando y en acto pleno de liberación; el sueño díscolo y enamorado
donde toda arista tiene una justa y satisfactoria solución.
Contar mis sueños, aquellos usureros de la ilusión.
Esos dignos del realismo tántrico o aquellos burdos de aquel pensionado ilusionado
que apenas su cabeza al mundo ha asomado.
Contar mis sueños, como anécdota de cantina, como comedia de situación.
Contar, entre risas, que ayer entre caricias solucioné los problemas económicos de mi familia, mis amigos y a veces también de la nación.
Contar mis sueños, los que me narran escenarios encantados cuando más abiertos tengo los ojos para imaginarlos.
Los que me enaltecen y me embellecen, los que me hacen humilde, los que me fortalecen cuando la realidad agudiza.
Los sueños nítidos de evolución, de cambio, de superación. Los sueños románticos de familia, de hogar, de goce, de sanación.
Contar mis sueños, mi motor, mi ilusión.
Ponerlos prestos, lisos, dispuestos…
Soltarlos, liberarlos, guiarlos y dejarlos
para verlos construirse y realizarse
en el mismo tiempo que les di permiso de irse y de mi cabeza
olvidarse.