Estando cerca de la luz
Estando cerca de la luz, reconocemos nuestros logros y entendemos nuestros deseos de zarpar.
Destinamos nuestros sueños y agradecemos lo que tenemos.
Estando cerca de la luz, descansamos la vigía y suavizamos nuestra energía; alerta, despierta
para estar, para disfrutar lo que resta por navegar.
Estando cerca de la luz, volvemos a confiar, afirmamos que el camino que tomamos, es el correcto… esté o no por culminar.
Bajamos nuestras velas y del impulso ventoso, fluimos en armonía
para un muelle familiar, volver a caminar.
Estando cerca de la luz, magnificamos nuestro corazón quien es el que da guía de razón, norte, criterio y diluye el misterio.
Sabemos, estando cerca de la luz, que hay un halo cálido que nos ha de arropar, que nos muestra el camino, que nos da bienvenida
nos otorga la calma del hogar.
Cuando se está cerca de la luz, se esclarece la duda y se empieza también a confiar.
Alzamos constantemente la mirada, alargamos el cuello y pelamos los ojos.
Buscamos la referencia para reconocer la tierra, para disipar los monstruos.
Acudimos al destello y sin cegarnos, abrazamos la señal
de ésta, nos esperanzamos.
Suavizamos las barreras y reconocemos nuestros despojos, preparamos nuestro anclaje e imaginamos el próximo viaje.
Abandonamos sospechas y enderezamos nuestras flechas.
Avanzamos, nos perdonamos.
Confirmamos, confiamos y con la calidad del abrazo abarcador,
ahí abandonados, estando cerca de la luz
es entonces que nos amamos.
Andrés Mesa Z. Abr22