La Inmensidad

En la inmensidad, no hay mayor sonido que el silencio, ni más grande revelación que la angustia de la tranquilidad concebida. 

Después, callamos, nos enmudece la sinceridad de la quietud y la fortaleza del color. Respiramos con tranquilidad y eso nos angustia, existe un pequeño desencanto con la plenitud y es por que ésta es abrazadora.

En la inmensidad destruimos nuestra concepción hedonista y divagamos en el descubrimiento de entendernos sumidos a lo incomprensible, a lo majestuoso, a lo silente, a la quietud de la contemplación, al absorbente deseo de trascender como un color en el horizonte.

Al ser inmenso que emana de nuestra diminuta estructura física, de nuestra pequeña comprensión, lo adormecemos, desacreditamos y a la vez lo hacemos gallardo y dichoso, fértil y sensible. El viaje lo achica a ser partícula en la inmensidad pero su capacidad de entender el momento lo vuelve el dios creador de su alrededor.

Al fin de cuentas, en la inmensidad se descubre único, libre y extremadamente afortunado. 

 

14 Julio 2013 - (Mar de Cortez, Baja California, Mex)

Andrés MesaComment