Los Agradecidos
Estamos los agradecidos precisos y a tiempo, elocuentes, educados, tiempistas y afortunados. Agradecemos a la reacción, al reflejo y al impulso de la acción. Entendemos el agradecimiento como el reconocimiento a la cortesía, el acto inmediato de la acción hacia o para uno.
Agradecemos la voluntad, la intención, la acción, la valentía, los momentos y demás algarabía. Cuando agradecemos, detonamos la instancia mínima de humildad, desvanecemos el egoísmo y descubrimos la gracia real de las intenciones.
Los agradecidos, descendemos del ceno de la educación, del reforzamiento de la cortesía y de las buenas formas. Sin embargo, descubrimos, al mitigar la resistencia, que reconocernos vivos, alegres, sanos, felices, acompañados sí, en veces suertudos; nos permiten ilustrarnos en una situación privilegiada. Y es desde esa situación privilegiada que el agradecimiento toma cuerpo, tiene peso y sentido de pertenencia.
Agradecemos el amor, la paciencia, la compañía, la intención, el consejo y el esfuerzo. Agradecemos la tenencia, la ausencia y la clarividencia. El hoy, el ayer y el mañana.
Los agradecidos, procedemos a guardar silencio, a callar la opulencia, a admirar la naturaleza, a ser dueños del momento, a pertenecer en el ahora y así agradecer cada hora de este juego. A ser partícipes de la conciencia y decir sin ciencia en elocuencia: Gracias.
Gracias por que estamos y estar lo entendemos en millones de ángulos. Gracias por que somos y somos por que nos complementamos. Gracias por que respiramos y nos alimentamos. Gracias por que sonreímos, reímos y también nos lamentamos. Gracias por que no hay día en que no nos sorprendamos y gracias también por la absolución que vive en los abrazos.
Los agradecidos, nacemos cuando así nos auto llamamos y vivimos la descendencia de reconocernos, viviendo ya, más conscientes de nuestros lazos.
Andrés Mesa Z. oct15